Desde temprano, los futbolistas de Atlético se presentaron en el complejo José Salmoiraghi, en medio de un ambiente cargado y con gestos que reflejaban la incomodidad del momento. No era una jornada más: era la vuelta a los entrenamientos después del temblor. Después de las palabras cruzadas, del enojo, de la decisión de no concentrar, del clima espeso que dejó la derrota frente a San Lorenzo y, sobre todo, del silencio que finalmente se rompió.
Antes de salir al entrenamiento, el grupo decidió hablar. Esta vez, no a través de un micrófono ni en una improvisada zona mixta, sino por medio de un comunicado que en cuestión de minutos se viralizó en las redes sociales. “Queridos hinchas decanos, asumimos el error de no haber expuesto antes la situación que venimos viviendo dentro del club”, comenzaba el texto, publicado en las cuentas oficiales de varios futbolistas.
El comunicado fue más que un descargo: fue un manifiesto. Por primera vez, el plantel en bloque expuso su malestar interno, que -según aclararon- no responde a cuestiones económicas. “Lo hicimos porque confiábamos en que la dirigencia iba a escuchar y mejorar las condiciones que venimos señalando hace tiempo”, explicaron.
“Queremos dejar en claro que esto no es un reclamo económico como intentaron instalar desde la dirigencia, nuestro malestar surge de una acumulación de cosas que entendemos son fundamentales para que Atlético Tucumán crezca como institución”, insistieron.
El tono fue firme, pero también respetuoso. Los futbolistas hablaron de valores, de condiciones de trabajo y de acompañamiento dirigencial. “Nos preocupa el trato y cuidado hacia los empleados del club, personas que día a día trabajan con esfuerzo y compromiso”, añadieron. Y más adelante, en una frase que caló hondo entre los hinchas, sentenciaron: “También sentimos la falta de acompañamiento dirigencial que es casi inexistente, salvo ante los equipos grandes”, enfatizaron.
La decisión de no concentrar, que tanto ruido había generado antes del duelo con San Lorenzo, fue presentada como “la última instancia”. “Era una manera de expresar nuestro malestar sin generar conflictos públicos ni afectar al hincha que siempre está y no tiene por qué cargar con problemas internos”, señalaron.
El cierre fue una declaración de amor y de responsabilidad hacia la camiseta: “Nos duele tener que llegar a este punto pero creemos que el hincha merece saber la verdad. Defendemos esta camiseta con orgullo y queremos un Atlético Tucumán mejor. Atentamente: el plantel profesional de Atlético Tucumán”.
Reunión y práctica
A las 9, el predio ya estaba en movimiento. La primera actividad del día fue una reunión. Los futbolistas se sentaron frente a Miguel Abbondándolo y Sebastián Longo, quienes oficiaron como nexo entre la dirigencia y el cuerpo técnico. La charla fue extensa y, aunque no trascendieron detalles, todos los presentes coincidieron en que sirvió para “bajar tensiones” y ordenar los próximos pasos.
Tras ese intercambio, los titulares que habían jugado el lunes hicieron tareas de recuperación, mientras el resto del grupo realizó ejercicios con pelota. La rutina volvió, pero con un aire espeso, con gestos medidos y un silencio que todavía dolía.
Alrededor del mediodía, los jugadores comenzaron a retirarse del complejo. El primero en salir fue Lisandro Cabrera. Lo hizo en silencio, sin detenerse ante la prensa. Detrás suyo, el desfile continuó hasta que el reloj marcó las 13. A esa hora, las redes estallaron con un nuevo rumor: Lucas Pusineri habría renunciado.
Durante una hora, el desconcierto se adueñó del ambiente. Sin embargo, poco después, el propio entrenador frenó su camioneta frente a los periodistas apostados en la salida y aclaró las versiones. “No me informaron nada oficialmente”, respondió con calma, desmintiendo su salida. Luego agregó que tenía planificada la agenda de la semana y confirmó que el equipo volvería a entrenar hoy en el mismo predio.
La voz del capitán
Cerca de las 14, bajo la sombra de un árbol y con una mezcla de cansancio y entereza, Guillermo “Bebe” Acosta decidió hablar. Lo hizo sin intermediarios, mirando a los ojos a los periodistas, sabiendo que sus palabras tendrían eco en todo Tucumán.
“Primero quiero pedir disculpas por la forma en que hablé el lunes”, comenzó. “Me fui muy angustiado por la situación y porque hay periodistas que se dejan llevar por una persona. Esa persona es Ignacio Golobisky, el vicepresidente, que salió a hablar antes del partido cuando habíamos tenido una reunión el sábado con él y con Mario Leito, y habíamos quedado en que todo quedaba puertas adentro”.
El mediocampista, emblema del club, no esquivó ningún tema. Con la serenidad que lo caracteriza dentro de la cancha, habló del dolor que sintió el grupo al ser señalado públicamente. “Nosotros seguimos adelante con la conducción, pero pedimos que el señor Golobisky pida disculpas. Lo que dijo generó un clima insoportable. Salimos a calentar y ya nos puteaban (sic). En 12 años que llevo acá, nunca viví algo así”, confesó.
Acosta también reconoció el impacto anímico de las declaraciones dirigenciales en el rendimiento del equipo. “Claro que nos afectó lo que dijo. Cuando salimos a la cancha ya nos silbaban, y eso duele. Después, lo deportivo fue culpa nuestra, no jugamos un buen partido y lo asumimos. Pero hay muchas cosas en el club que los periodistas no saben. Nosotros no reclamamos plata, reclamamos respeto. Es por cómo nos tratan a diario, a nosotros, a los empleados, a los médicos. No queremos premios ni plata, queremos que nos valoren como personas”.
El “Bebe” insistió una y otra vez en el concepto de respeto, una palabra que atravesó todo el discurso. “Nosotros trabajamos todos los días. Sabemos que ganamos bien, pero esto va más allá. Es por cómo se nos habla, por las promesas incumplidas, por lo que viven los que trabajan con nosotros. Eso también es Atlético”, remarcó.
Promesas rotas
Acosta no esquivó el costado político de la crisis. “A veces da la sensación de que están más pendientes de las elecciones que de los jugadores. Y eso se nota”, lanzó. En medio de un club atravesado por internas, su frase resonó con fuerza. “Nosotros no estamos pensando en política, estamos pensando en salvar al club y en dejarlo donde merece estar”, agregó, buscando separar el reclamo futbolístico del ruido institucional.
Luego, se refirió a la visita de Abbondándolo y al compromiso asumido por los directivos. “Vino Miguel, habló, y dijo que entre mañana y pasado llegaría el presidente para charlar con nosotros. Nosotros queremos hablar, pero con sinceridad. Lo que se rompió fue la palabra. Y el señor Golobisky no es de palabra”, afirmó, sin rodeos.
Las declaraciones del “Bebe” reflejaron el espíritu de un grupo dolido, pero unido. En su discurso hubo enojo, pero también un pedido de reconstrucción. “El hincha tiene que saber que esto no es por plata. Peleamos por el bienestar del club. Sabemos que muchos están dolidos por lo que dijo el vicepresidente, pero también tienen que entender lo que pasa día a día. Que se acerquen, que vean cómo trabajamos, cómo están los empleados y los socios. Nosotros seguimos entrenando, tenemos compromiso y nos estamos preparando para lo que viene. No podemos dejar de hacerlo, porque todavía tenemos mucho por demostrar”.
Desconfianza
El clima, pese a la tormenta, comenzó a calmarse con el correr de las horas. El comunicado del plantel marcó un punto de inflexión: rompió el silencio, sinceró el malestar y, al mismo tiempo, reforzó el compromiso de los jugadores con el club y la gente.
Del lado dirigencial, se espera la presencia de Mario Leito en las próximas horas para encabezar un encuentro que sirva para reencauzar el diálogo. La prioridad, según trascendió, es recomponer el vínculo y evitar que el conflicto interno afecte lo deportivo en el tramo final del torneo.
Mientras tanto, Pusineri mantiene su rutina y planifica el próximo partido, convencido de que la única forma de volver a unir al club es a través del trabajo y los resultados. El entrenador, que ha sorteado momentos difíciles desde su llegada, se mantiene sereno y enfocado.
La jornada en el José Salmoiraghi no fue solo un regreso al entrenamiento: fue una catarsis colectiva, un punto de inflexión en la relación entre futbolistas, dirigentes e hinchas. El comunicado, las declaraciones de Acosta y el desmentido de Pusineri dibujaron un mismo deseo: que Atlético vuelva a encontrar su equilibrio.
No hay certezas sobre lo que vendrá. Pero sí quedó claro que el plantel, más allá de los resultados, reclama algo que trasciende el dinero o los premios: respeto, acompañamiento y palabra.
Esa palabra que, según los jugadores, se rompió. Esa palabra que ahora todos deberán reconstruir, paso a paso, con gestos concretos, mirándose a los ojos y entendiendo que el club no puede seguir dividido.